AMOR ES RELACION by RAMIRO CALLE & JAVIER LEON

AMOR ES RELACION by RAMIRO CALLE & JAVIER LEON

autor:RAMIRO CALLE & JAVIER LEON [EDITORIAL NOUS]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2014-06-28T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII. HIJOS. UNA RELACIÓN MÁS ALLÁ DE NOSOTROS

Muchos mentores espirituales insisten en que la mayor tragedia del ser humano es la ausencia de una consciencia clara y lúcida. Estoy de acuerdo. Una consciencia embotada y un discernimiento empañado dan por resultado muchas insanias que se trasladan al grupo, y se crea ofuscación sobre ofuscación. Una consciencia semidesarrollada es también un grave impedimento para todo tipo de relaciones humanas y mucho más para la pareja, donde a la mecanicidad de uno de los miembros se una la del otro.

Hay que trabajar la pareja con mucha sabiduría, es un arte y por eso precisamente escribí “El Arte de la Pareja”. Es un yoga; es un difícil ejercitamiento que requiere lucidez y ternura, indulgencia y paciencia, amor incondicional y capacidad para perdonar y no seguir acarreando las heridas, que dan por resultado el típico reproche: “Es que hace cinco años me hiciste aquello”.

Hay que ser más permisivo y saber digerir los desdenes en un momento dado de la otra persona. Esto sirve para la pareja y para toda suerte de relaciones humanas. Te recordaré una historia, Javier. Pues iba en una ocasión Buda por un senderillo y viene un hombre y le escupe. Buda guarda el noble silencio y no se altera. Se encuentran días después por el senderillo y Buda le sonríe. El hombre, perplejo, le dice: “Pero si el otro día te escupí y ahora me sonríes”. Y Buda replica. “Ni tú eres ya el que me escupió ni yo soy ya el que recibió el escupitinajo”. Esta es la sabiduría de la contingencia y, por supuesto, la sabiduría del perdón, de no sentirse agraviado, de no ser tan ñoño como para ofenderse por todo.

Muchas veces, es de lamentar, la pareja no ayuda a despertar, sino a dormir. Se enrutina y van saliendo al paso los viejos hábitos. No hay renovación, no se ventila. Y la atmósfera se puede enrarecer mucho. Ya no hay vitalidad. La incomprensión, el aburrimiento y la apatía pueden intervenir con sus largas sombras que abaten la relación. Pero la peor sombra, créeme Javier, y tú lo sabes, es la mecanicidad. Hablar y actuar mecánicamente, hacer el amor o gritar mecánicamente, incluso aburrirse mecánicamente o mecánicamente discutir. Y esa mecanicidad se proyecta en los modos de la pareja, incluso al tener hijos.

¿Quién tiene hijos lúcidamente? Muchas personas tienen hijos porque es lo que hay que hacer (seguir el juego a una sociedad estúpida donde se mueren millones y millones de niños y encima los gobiernos dan premios y prebendas a los que más hijos tienen), sin ningún tipo de reflexión, dejándose inducir por los viejos patrones o por lo que esa sociedad que confabula contra el individuo impone.

Otros tienen hijos porque vinieron, qué se va a hacer, como viene el cartero o nos trae la cesta de fruta el frutero. Otros tienen hijos para prologar y afirmar su ego. Se les pone la expresión de tontos cuando miran a sus hijitos, pero no tienen ni una



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